jueves, 30 de octubre de 2008

Siroco ( De Chejdan Mahmud Yazid )


El día se hace eterno

ya de antemano.

Fatimetu agita su melhfa

y envuelve su impasible rostro

con la tela cotidiana.

Otras miradas tristes

invocan algún misterio.

Desde las vísceras

de la endeble morada

se retuerce la tranquilidad

y, de paso,

se enojan las moscas.

Allá en la penumbra

balbucea algún niño,

entonces

se desprende algún

desairado sermón

y un ambiente distante

carcome las gargantas.

En la frontera

de la jaima y la nada,

el día se hizo amargo,

y nadie quiso

maldecir a los dioses.

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