Busca tu mirada
y encuentra lejano
el horizonte.
No hay muros,
ni esquinas,
ni calles sinuosas,
ni chimeneas.
No hay siquiera caminos,
ni árboles
no hay fronteras
que demarquen territorios.
Es tu techo la noche
y tu cama la arena
dorada
a los pies de una duna.
Y mas allá la nada
se pierde en el infinito
sin límites que acoten
tus dominios.
Dueño eterno
del silencio que impera
escribiendo tu historia
en la arena
como siempre
lo hicieron los tuyos.
Hombre de azul
que cubres tu rostro
ante ese sol impasible
que quema y abrasa,
y que abiertas
extiendes las manos
que acogen
al viajero que llega cansado,
y lo ofreces tu té y tu jaima,
a cambio de nada.
Como te envidio tuareg
hombre libre que el en desierto vives
sin muros,
sin limites,
sin casa
y dueño absoluto
del desierto y su magia
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